La entrada de hoy se la voy a dedicar a un ave que nos alegra la primavera regalándonos largos y melodiosos cantos. ¿Quien no lo ha escuchado alguna vez mientras paseaba por un camino bordeado por ginestas, zarzas u otros arbustos y matorrales? Fácil de escuchar pero difícil de ver con claridad.
Dificultoso también de fotografiar, por lo menos de obtener encuadres limpios, debido a sus hábitos de andar siempre entre la maraña de la vegetación.
Muchas horas de espera en el hide durante toda una semana y algunas oportunidades malogradas tuvieron finalmente recompensa: media docena de fotos de Ruiseñor común donde yo lo quería y con una calidad que me satisface.
Os muestro algunas de ellas y espero que también sean de vuestro agrado.
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